lunes, julio 09, 2007

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable


A veces pequeñas joyas aparecen sin saber muy bien porqué. Es el caso de este librito de Stig Dagerman editado por Pepitas de Calabaza. Dagerman fue el niño prodigio de la literatura sueca tras la II Guerra Mundial y desde su juventud fue militante de la SAC (organización anarcosindicalista sueca) y colaborador de su periodico Arbetaren. Escribió toda su obra (unas pocas novelas, cuentos, teatro) en muy pocos años y después cayó en una fuerte depresión que acabaría por empujarle al suicidio en 1954.
En sus últimos años de vida únicamente escribiría este precioso ensayo que recoge toda la angustía de un escritor humanista, preocupado por el devenir de la humanidad, la injusticia y sobre todo la certeza de no ser mejor que nadie por sufrir esa realidad. En definitiva una humildad y una sinceridad que desarman y que pese a su brevedad nos invita a reflexionar en cada uno de sus párrafos.
"Puedo llenar todas las hojas en blanco con la más hermosa combinación de palabras que mi cerebro pueda imaginar. Puesto que deseo confirmar que mi vida no es absurda y que no estoy sólo en la tierra, junto todas estas palabras en un libro y se lo ofrezco al mundo. A cambio, este me da dinero, gloria y silencio. Pero que me importa a mí el dinero y que me importa contribuir al progreso de la literatura; sólo me importa aquello que nunca consigo: la confirmación de que mis palabras conmueven el corazón del mundo"
En esta preciosa edición de la editorial riojana se recogen además otros breves textos del propio Dagerman sobre la relación de afinidad que mantiene con el anarquismo (basicamente con el anarcosindicalismo), El anarquismo y yo. Su última entrega para Arbetaren, un poema denuncia titulado¡Cuidado con el perro!, un breve texto de M. Tomsin, Stig Dagerman, un escritor anarquista y uno de la propia Federica Montseny (Stig Dagerman o la tragedía del genio) en el que narra su relación con Dagerman fruto de las giras de propaganda que, ya desde el exilio, le llevaron a Suecia. Federica siempre destacó por su capacidad narrativa, así que su artículo se hace especialmente interesante y es un bello y emotivo homenaje.
Sólo nos queda recordar que Dagerman fue saludado como uno de los grandes escritores de futuro de su época. Su relación epistolar con Camus, Malraux, Hemingway, Faulkner o Steinbeck así lo atestiguan. Decir que todavía en Suecia en las Bibliotecas se reparten dipticos destacando su obra.
En definitiva, una verdadera joya.

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