jueves, febrero 21, 2013

Las voces bajas, alta literatura

Sin duda alguna, Manuel Rivas es uno de mis escritores vivos favoritos. Y lo es aún reconociendo que quizás únicamente El lápiz del carpintero sea una novela totalmente redonda. Pero Rivas tiene algo que convierte su lectura en un placer. Una sensibilidad única para expresar sentimientos en cualquier pequeña frase o suma de palabras. Una delicadeza extraordinaria para tratar temas trascendentales en la trama o en cualquier frase secundaria. Un dominio de la naturalidad y del lenguaje al alcance de muy pocos en la literatura española contemporánea. Capacidad para jugar con las palabras a la vuelta de cada frase.

Por eso la lectura de sus libros es un placer a cada momento, con una recompensa instantánea en cada línea; independientemente de la trama rio de la novela. Diríase que hay tanto trabajo en la selección de cada palabra, cada frase, cada página; que el autor se despista del resultado final. Pero yo que defiendo la literatura del esfuerzo por encima incluso de la trama, encuentro en la literatura de Rivas una naturalidad apabullante para hacerme disfrutar del lenguaje y de su sensibilidad como autor.

Creo que esa naturalidad es parte también de su carácter gallego, que traslada tan bien a quienes habiendo nacido fuera de Galicia, tenemos allí nuestros orígenes. Su último libro, Las voces bajas, es un buen ejemplo de lo que he reseñado hasta ahora. Escrito a modo de biografía. Desde su infancia, hasta su juventud como meritorio de prensa en Coruña, desconozco cuanto de lo narrado es biografía real y cuento imaginación. En cualquier caso es un libro para disfrutar a cada instante, en cada página, con independencia de que el resultado final sea más o menos perfecto.

Sin ser tan arriesgado como Los libros arden mal, también aquí aparecen personajes y desaparecen. Lo justo para que el autor pueda reseñar, una anécdota, una ocurrencia, un golpe de ingenio. También hay algún intento de innovación estilística. Especialmente interesante en el momento en que el protagonista, ¿el propio Rivas? sube las escaleras para enfrentarse a su primera entrevista de trabajo para convertirse en meritorio en El Ideal con un puñado de poesías bajo el brazo.

Y por último quizás hemos podido descubrir el porqué de esa presencia habitual del anarquismo en la producción literaria de Rivas. ¿Podrá ser una especie de deuda pendiente o de unión emocional con su desaparecida hermana María? Esa joven que militó en Bandera Roja, pero a la que después su sensibilidad empujó hacia Kropotkin, Thoreau, el movimiento Provo y especialmente La estética anarquista de André Reszler. Podría ser si es que en verdad el texto es una autobiografía, cosa que, repitó, desconozco.

En cualquier caso, Las voces bajas es un libro delicioso, para paladear a cada segundo. No se lo pierdan….

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