sábado, noviembre 16, 2013

Un hotel en la Costa Brava, entre la historia y la anécdota

Si he de ser sincero no sé muy bien que decir después de acabar la lectura de este libro, que a tenor de la crítica oficial, debería haberme al menos conmovido. Así que voy a tratar de ser extremadamente decoroso con mi opinión. Quizás lo mejor ser empezar por el contenido del mismo.

Un hotel en la Costa Brava no es una novela. Es una especie de biografía sobre la aventura emprendida por una pareja de británicos, los Johnstone, que en un momento dado deciden abandonar su vida en Londres para abrir un hotel en Tossa de Mar, que entonces no era más que un pequeño pueblo de la Costa Brava, al que habían llegado por primera vez de casualidad en unas vacaciones sin rumbo.

Claro que ese momento dado, no es un momento cualquiera. Es 1934, en plena revolución de Octubre y que los dos años siguientes se los llevaría la construcción del hotel de manera que el mismo se inauguró en vísperas de la victoria del Frente Popular y del comienzo de la Guerra Civil española. En cualquier caso dos años convulsos y muy importantes en la Historia de España.

Ese es el preludio de esta historia y a partir de ahí podríamos hacer una bifurcación de la crítica. Por un lado, sin duda la narración está bastante bien escrita. Es ágil y tiene puntos de humor ocurrentes. Además los Johnstone no ocultan su amor por Cataluña y por los catalanes, y especialmente por Tossa de Mar, pero no puedo evitar el pensar que con una visión bastante reduccionista, un poco snob y ciertos aires británicos de superioridad, cómo si sólo existiera una forma de ser catalán, es decir pescador o campesino, con su seny, bastante individualista y poco interesados en el devenir colectivo y el debate político de su país. En fin una visión un poco simplista de la realidad.

En cualquier caso en la primera parte el retrato del grupo de exiliados alemanes y las visitas de periodistas e intelectuales británicos dan para un relato interesante. Pero una vez que la situación en Cataluña y el resto de España se va tensando y comienza el conflicto bélico el retrato continúa siendo interesante pero pierde esa ecuanimidad que sería más de agradecer en un observador extranjero y probablemente también su análisis es más y más superficial.

Desde luego el compromiso de los Johnstone con Tossa, Catalunya y el Gobierno es claro. Por dos o tres veces renuncian a abandonar Tossa, se niegan a izar la bandera británica y son críticos con la No intervención de Francia y su país. Pero por otro lado, el proceso revolucionario es reducido a mero desorden, los milicianos y revolucionarios, no comunistas, son los más ilusos de cada pueblo.

La FAI y la CNT no saben ni que quieren ni cómo hacerlo. El POUM en primer lugar son simpáticos idealistas enloquecidos y posteriormente unos criminales que se merecen ser perseguidos. Los más honestos y serios son los comunistas, y los únicos que saben ser organizados y efectivos; aunque hasta ellos mismos tienen que reconocer que entre sus filas se pueden encontrar siniestros comisarios políticos que pueden hacer mucho daño si lo desean.

En cualquier caso los Johnstone se mantendrán en España hasta la caída de Cataluña. El hotel se convertirá en los últimos meses en colonia de acogida para niños huérfanos o que sus padres han dejado al cuidado del Solidarity Fund. Por supuesto Nancy Johnstone es una gran organizadora capaz de resolver cualquier entuerto propio o ajeno.

Aún así quizás las páginas más logradas del libro son las que retratan el hundimiento del frente catalán, la caída de Barcelona, la salida en masa de refugiados hacia la frontera francesa, masa en la que ellos y su grupo de niños se incluyen, y el criminal recibimiento por parte de las autoridades francesas.

En definitiva, Un hotel en la Costa Brava es un libro ameno, sin duda; pero un pelín superficial e incluso en ocasiones frívolo. Muy lejos de lo que en ocasiones un observador extranjero con mirada aguda puede conseguir. Me viene a la cabeza ahora el ejemplo tan claro de El laberinto español de Gerald Brennan y la actitud de ambos autores me parecen la noche y el día.

El devenir de los Johnstone tras la guerra es también revelador en parte. La pareja se rompe tras partir al exilio (es un decir porque podrían regresar a Inglaterra) mexicano. Archie tras un breve regreso a Inglaterra consigue un trabajo en la embajada inglesa en la Unión Soviética y allí decidirá dar el paso, romper con su país y en plena guerra fría convertirse en un nuevo hombre soviético. Esporádicamente su firma aparecerá en Pravda y otros medios de la órbita soviética.

En cuanto a Nancy rehará su vida con un francés, tratará inútilmente de recuperar el hotel pasados unos años y también se moverá en la órbita de la intelectualidad comunista. Y quizás sea este un dato más revelador de lo que parece para comprender su análisis sobre la contienda española.

Y sin embargo, me quedo con una frase a modo de broma que pone fin al libro uno de la narración de Nancy Johnstone y que quizás es un desliz que pasó por alto. "Hemos descubierto que nos gusta vivir en la anarquía. Así pues, y a pesar del éxodo de extranjeros, nosotros estamos decididos a quedarnos".

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