domingo, febrero 02, 2014

"La anarquista" de David Mamet en el Teatro Victoria Eugenia

David Mamet es uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes. Su trabajo en obras como Glengarry Glen Ross es simplemente magistral. Ha trabajado tanto en el cine como el teatro. Y así ganó el premio Pulitzer y ha estado varias veces nominado al Oscar como mejor guionista.

De esta manera, cuando se anunció que la adaptación al castellano de su último trabajo, “La anarquista”, pasaría de gira por el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián me pareció que era una ocasión a no desaprovechar.

La adaptación la ha realizado Teatroespañol. Está dirigida por José Pascual y protagonizada en un duelo interpretativo por Magüi Mira y Ana Wagener.

La obra tiene una duración de unos 70 minutos y las referencias en la crítica especializada eran excelentes. Además el día antes de la función había leído en prensa una entrevista con Magüi Mira que me pareció muy interesante y que dejaba entrever importantes debates y alentaba grandes expectativas.

La historia es sencilla: una presa política, antigua activista, condenada por el asesinato de un policía, se enfrenta a una entrevista con la responsable penitenciaria de la que depende que, tras largos años de condena, pueda salir en libertad o continúe permaneciendo en prisión. Lo cierto es que la historia de partida y la calidad contrastada de Mamet prometía un interesante debate ideológico sobre las tablas de escenario. El enfrentamiento entre la razón del Estado y la visión político social desde la periferia del sistema. Pero si mis expectativas eran éstas hay que dejar claro que no se cumplieron.

La postura de partida de Cathy, la persona presa, es la de una persona arrepentida de su actividad pasada, convertida al cristianismo pese a su origen judío y que por si fuera poco ha escrito un libro para renegar de sus actividades anteriores. Sólo al final descubriremos si esta evolución es cierta o está jugando un papel, legítimo, para conseguir abandonar la prisión, puesto que ha cumplido muchos años de condena y además su padre está a punto de fallecer.

De esta manera y con esta opción tomada por Mamet a la hora de escribir la obra quedaba descartado un enfrentamiento teórico entre dos posturas divergentes que confrontan para explicar cada cual sus razones. Y sin embargo, el poso libertario sigue estando muy presente en la obra. Porque es la funcionaría de prisiones, Ann, quien con sus argucias, su servidumbre al Estado, su defensa del sistema explicita lo injusto de la situación, las fallas del sistema, el odio y la venganza burocratizada. En definitiva lo terrible y angustioso de la razón de Estado para perseguir a quien, justa o injustamente, osa enfrentarse o siquiera oponerse a la misma.

En este sentido la crítica antiautoritaria, la idea libertaria está muy presente en la obra, pero como decimos no se presenta de frente, se hace necesario extraerla y reflexionarla de lo visto y oído. Nunca sabremos si es una decisión tomada por Mamet de forma consciente o simplemente es imposible eludir ese debate de la situación planteada. En cualquier caso es una reflexión que es necesario obtener tras una segunda mirada más sosegada a la obra. Por lo tanto, hay que decir que el texto no reniega de su intención crítica, pero lo hace de forma más sutil y compleja. No obstante, siempre interesante.

Respecto al trabajo de las actrices. Desde luego lo menos que se puede decir es que están correctas. Por momentos, me pareció pensar que Ana Wagener estaba más entregada a su papel y resultaba más convincente; pero en definitiva fueron 70 interesantes minutos y resultó un buen plan para una desapacible tarde de sábado de febrero.

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