miércoles, abril 02, 2014

Albert contra Albert, crónica aséptica de una dura realidad

Este Albert contra Albert es un valiente cómic biográfico de Arnau Sanz que narra en primera persona la vida junto a, o separado de, su padre Albert. En cualquier caso sea a su lado, o distanciado de él, la vida de Arnau siempre se ha visto afectada por la realidad de Albert, un enfermo bipolar que por si fuera poco también estaba enganchado a la cocaína y al alcohol.

Pese a lo que pueda preverse, el cómic no es un relato sensiblero, ni siquiera sentimental. Es una crónica aséptica de una dura realidad. Expone una cruda situación, pero ni la adorna ni lo magnifica. Se limita a explicar todas las duras situaciones a las que debe enfrentarse la persona enferma y junto a él y quizás especialmente sus familiares, básicamente en esta ocasión el autor, hijo de Albert y sus abuelos paternos.

La realidad de Albert parece ceñirse al prototipo de quien cae presa de la enfermedad mental, salvo en un aspecto quizás esencial y es que la enfermedad no se declara como muchas veces suele ser habitual en la adolescencia, si no mucho más tarde, ya como persona adulta.

Albert contra Albert es un cómic de estética un tanto naif, de trazo grueso, colores limitados y básicos. Estructura temporal complicada, con mucho salto hacia atrás, pero que plasma muy objetivamente esa realidad de la enfermedad mental que tanto podrán reconocer quienes les ha tocado vivirla de cerca o al menos próximamente. Experiencias adolescentes con las drogas duras que dejan tocado a algunos de quienes las prueban, mientras el resto de personas parecen no sufrir ningún efecto negativo. Consumos compulsivos. Incapacidad para distinguir la realidad de la paranoia. Momentos de depresión y de euforia. Recaidas médicas. Familiares aparentemente débiles, en este caso los abuelos, que demuestran tener una increíble fortaleza para continuar apoyando al enfermo. Personas sin escrúpulos que se aprovechan de la situación. El saber que ser familiar de un enfermo no tiene horarios ni descansos.

Pero todo ello narrado con tal naturalidad, tranquilidad y objetividad que se agradece por lo que contribuye a normalizar situaciones complicadas, pero reales. No es un cómic privado de sentimiento. Es un cómic que refleja una realidad seria y difícil, pero sin convertirla en carne de culebrón o rumorología vecinal. De hecho es genial el retrato que el autor hace de la conversación con las vecinas del barrio. Y que muestra al enfermo como una persona que sufre y es consciente de su situación, sin infantilizarlo, pero también sin deshumanizarlo.

En definitiva un cómic a la altura de una realidad muy difícil. Fácil de leer y de ver, pero que expone a las claras la crueldad de una realidad más habitual de lo que creemos quienes tenemos la suerte de no vivirla. Muy recomendable.

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